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La mayoría de nosotros sabemos algo sobre el funcionamiento de nuestros cuerpos físicos, y es posible que comprendamos cómo nuestros pensamientos y emociones pueden afectarnos, y viceversa. Sin embargo, para acceder a los niveles superiores de percepción que nos permitirán soñar nuestro mundo de una manera distinta, necesitamos aprender más aspectos sobre la anatomía del alma y del espíritu. Precisamos comprender cómo nuestras emociones, nuestras creencias y las lentes de colores a través de las cuales percibimos la realidad están contenidas en el campo de energía luminosa (CEL), el aura de energía y luz que nos rodea a cada uno de nosotros.
El CEL es la matriz de nuestra vida, y contiene las crónicas de nuestro dolor y sufrimiento, así como los caminos que llevan a nuestra curación. De hecho, pudimos enseñarles a nuestros alumnos en la escuela The Four Winds a leer las historias que están inscritas en el CEL de un cliente, así como a descifrar los trastornos físicos y emocionales que lo afligen.
Imagina que te rodea una burbuja de luz del ancho de tus brazos extendidos. Corrientes de energía circulan continuamente a través de tu CEL, ya que este contiene los meridianos de la acupuntura y los chakras (que explicaré dentro de un momento). Atravesando el centro de esta esfera pulsante hay un estrecho agujero en forma de tubo, de un ancho inferior al de una molécula, que hace que el campo de energía luminosa se parezca a una gran cuenta de collar ovalada (o, como se la llama en geometría, un torus).
Cuando uno muere, el CEL atraviesa este estrecho túnel y regresa al mundo de los espíritus, como un donut que cruza su propio agujero. Este es el oscuro pasadizo que las personas que han tenido una experiencia cercana a la muerte afirman haber traspasado. Podemos aprender a acceder a los niveles más elevados de la percepción al trabajar con nuestro CEL y sus estructuras: los chakras y el punto de encaje.
Nuestro cuerpo tiene nueve chakras, o centros de energía, alineados a lo largo de la columna vertebral. Mientras las tradiciones orientales reconocen siete, los laikas admiten un octavo chakra, qué es como un sol radiante situado sobre la cabeza, fuera del cuerpo físico pero dentro del CEL. (En Occidente, a este octavo chakra lo llamamos “el alma”). El noveno se halla por encima del octavo, situado fuera del tiempo en el centro del cosmos, y conectándonos con la totalidad de la vida. El noveno chakra es el Espíritu.
Cada chakra es un vórtice de luz giratoria que se extiende algunos centímetros hacia fuera de tu cuerpo, que gira en el sentido de las agujas del reloj, y que está conectado con nuestra columna y nuestras glándulas endocrinas. Nuestros chakras afectan directamente a nuestra neurofisiología al descargar información proveniente del CEL en nuestro sistema nervioso central. Como también están conectados con nuestras glándulas, afectan a nuestros niveles hormonales, influenciando nuestros estados de ánimo, nuestro peso, nuestra química sanguínea y nuestro sistema inmunológico.
Los chakras son puertas de acceso a través de las cuales tu cerebro y tu sistema nervioso pueden interactuar con los cuatro niveles de la creación manifiesta. A través del primer chakra, accedes al nivel de la serpiente – las densas energías físicas y biológicas-. El segundo te permite alcanzar el nivel del jaguar – emociones como la ira y el miedo, así como los más refinados sentimientos de amor y compasión-. El sexto te habilita para lograr el nivel del colibrí – las energías divinas que se encuentran en los lugares sagrados o a las que se puede acceder mediante la meditación, la oración y las experiencias místicas-. El noveno te permite llegar al nivel del águila – la fuente indefinible de toda la creación, donde puedes soñar un mundo y hacerlo realidad.
Los chamanes del Amazonas creen que cuando limpias todos tus chakras, adquieres un “cuerpo arcoiris”. Cada centro vibra en su frecuencia natural, y tú irradias los siete colores del arcoiris. Según la leyenda, cuando adquieres el cuerpo arcoiris puedes hacer el viaje más allá de la muerte al mundo de los espíritus, puedes ayudar a otros a sanar y puedes morir conscientemente, puesto que ya conoces el camino de vuelta a casa.
Ejercicio para equilibrar tu primer chakra y conectar con la Tierra:
Sal a caminar por la naturaleza. Quítate los zapatos y frota tus pies uno contra otro para activar tu primer chakra. Mientras caminas, cambia tu conciencia a la energía telúrica que fluye a través de tus pies hacia tu cuerpo.
Reflexiona sobre las siguientes preguntas: ¿Qué se siente al ser apoyado por la Madre Tierra? ¿Cómo se mueve la energía por tu cuerpo? ¿Cómo cambian las sensaciones en tu primer chakra?
En el blog de la próxima semana compartiré un ejercicio para desbloquear tus chakras.
En Munay, Alberto Villoldo (del libro Las Cuatro Revelaciones y del curso Ruedas de Luz)