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En nuestra cultura nos hemos acostumbrado a usar nuestro pasado para justificar cómo somos en nuestro presente. “Yo soy enojón porque mis padres no me dieron el amor que yo necesitaba cuando estaba en la primaria”; “Yo soy desconfiada porque un compañero de trabajo me traicionó!”.
Somos adictos a los momentos de nuestro pasado que contienen drama y nos hacemos prisioneros del mismo porque eso reafirma la historia con la cual nos identificamos y que contamos a otros sobre nosotros.
Todo escritor de guiones de Hollywood conoce muy bien como se construye el drama y los elementos necesarios para el mismo.
Para comenzar tiene que existir una víctima de las circunstancias, a quién le ocurran los sucesos. Segundo debe aparecer un victimario o agresor a quién echarle la culpa, construyendo así mayor tensión. Por último, se invita a un aliado o rescatador de la víctima para crear una danza perfecta.
A estos tres sujetos en tensión se les conoce como el triángulo del des empoderamiento porque mientras uno se convierta en uno de esos roles se mantiene en una situación de pérdida. Sí! Incluso cuando uno es el rescatador porque si la víctima no sale de su agujero negro termina culpando a su aliado y convirtiéndose en victimario del mismo. Incluso puede suceder que el agresor original ahora se convierta en aliado de alguno de los otros dos. Es decir, si no hay una transformación consciente uno no sale del triángulo sino que solo cambia de roles manteniéndose en una situación dramática (a todos nos ha sucedido que nos hemos involucrado emocionalmente para tratar de ayudar a alguien y luego se invierten las cosas y salimos perdiendo).
Definirse por el pasado es lo mismo que limitarse por el mismo, es como estar enjaulado entre las paredes de lo que ya sucedió. Para escoger un destino consciente y estar disponible a lo que nuestra alma anhela en lo profundo, es necesario soltar los roles de víctima, agresor, y rescatador… Hay que salirse por completo del triángulo del drama y convertirse no sólo en el héroe de nuestra historia, sino también de nuestra vida, en el día a día.
El chamán de alto nivel entiende que él no es su pasado sino que la vida le ha dado oportunidades de aprendizaje. El perdona a quienes tiene que perdonar y les agradece por las lecciones. Y lo más importante se perdona a si mismo y suelta el pasado al viento para así presentarse conscientemente a su destino.
Por Marcela Lobos