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Aunque no siempre nos damos cuenta, todos estamos manifestando el mundo con nuestro sueño, a pesar de que la mayor parte de la gente ha perdido la habilidad de guiar ese sueño y, como resultado, se encuentra a merced de la pesadilla colectiva.
El chamán vive en un sueño, pero no el sueño que pertenece al ámbito del dormir. Los chamanes entienden el sueño lúcido y pueden modificarlo al cambiar su relación con los haces de luz que forman el ámbito energético. Así es como ocurre la creación.
Los aborígenes de Australia creen que la realidad se creó en un sueño y siguen los sueños cuando hacen búsquedas de visión. Para el chamán de las Américas, la tarea es soñar con los ojos abiertos: concebir lo posible antes incluso de concebir lo probable. No es una fantasía ni una alucinación, sino la naturaleza última de la realidad misma, en la que podemos dirigir y guiar el sueño.
El Soñar (la matriz creativa) no existe en un lugar fuera de nosotros, sino adentro. Permea toda la materia y la energía y conecta a cada criatura, piedra, estrella y a cada rayo de luz o partícula de polvo cósmico. Para los Guardianes de la Tierra, soñar la realidad no es solo una habilidad sino una tarea, una que debemos llevar a cabo con gracia y amor para que nuestros nietos hereden un mundo de paz y abundancia.
Los estudiantes de chamanismo aprenden cómo despertar la capacidad de soñar con los ojos abiertos y compartir el poder para co-crear la realidad con la ayuda del Universo. A medida que flexibilizan los músculos de la valentía, sueltan las creencias limitantes y se sobreponen a sus miedos. Entonces pueden empezar a crear sueños verdaderamente originales que germinan en el alma y dan frutos en sus vidas. La naturaleza del cosmos es tal, que cualquier sueño que tengamos sobre nosotros mismos y sobre el mundo se hará realidad.
Los chamanes de los Andes y el Amazonas con los que estudié, creen que solo podemos acceder a este poder elevando nuestro nivel de consciencia. Cuando lo hacemos, nos damos cuenta de que somos como una gota de agua en un océano vasto y divino, que está al mismo tiempo separado de, e inmerso en, algo mucho más grande que nosotros mismos. Sólo podemos empezar a soñar con poder cuando experimentamos nuestra conexión con lo infinito.
Sin embargo, esto requiere de una comprensión visceral de la experiencia en cada una de las células de nuestro cuerpo. De hecho, la comprensión intelectual de nuestra habilidad de crear realidad obstaculiza el tipo de sueño del que somos capaces. Si no vamos más allá del aspecto intelectual, terminaremos bajando la vara y creando una experiencia mucho menos gloriosa y bella que aquella de la que somos capaces.
A pesar de la resistencia de la mente, todos podemos elegir entre tener la vida que queremos o las razones que nos impiden tenerla. Podemos tener alegría y paz, o podemos tener esa bolsa grande y negra llena de los incidentes y accidentes que nos sucedieron en la niñez o en nuestra última relación.
Podemos tener nuestras heridas o podemos tener nuestra gloria. Podemos tener la vida de una víctima que carga con los traumas del pasado, o podemos vivir la vida de un héroe. Pero no podemos hacer las dos cosas. Si queremos sentir nuestro poder, tenemos que hacer una decisión consciente de soñar un sueño sagrado y practicar la valentía.