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© 2017 Los Cuatro Caminos
El Espacio Sagrado nos permite entrar en nuestro mundo interior silencioso, donde tiene lugar la sanación. Allí, lo mundano no puede distraernos y cada acto es reverencial y deliberado, aunque no necesariamente serio ni pesado. Dentro del Espacio Sagrado, experimentamos la liviandad de nuestro ser donde es fácil llorar y reír. Allí, nuestra carga se aliviana y nos podemos dejar tocar por la mano del Espíritu.
El Espacio Sagrado es una esfera sanadora, pura, sagrada, y segura. La imagino como una cúpula brillante envolviendo el lugar donde atiendo a mis pacientes. Cualquiera que esté dentro de este espacio se siente protegido, y así, puede liberar su dolor y sufrimiento, y experimentar el goce que a menudo acompaña el proceso de sanación. El Espacio Sagrado también nos permite acceder a linajes de sanadores: hombres y mujeres medicina que nos asisten desde el mundo del Espíritu.
Podemos crear Espacio Sagrado e invocar el poder sanador de la naturaleza en cualquier lugar que lo amerite. La invocación que yo utilizo no la aprendí de nadie, aunque contiene elementos que varios pueblos indígenas americanos comparten. Esto la convierte en una plegaria nueva y antigua al mismo tiempo. La comparto contigo en este documento descargable.
Con la práctica y la intención cada uno puede expresar su propio rezo para abrir Espacio Sagrado. De todas formas, es importante considerar a los cuatro puntos cardinales, al Cielo y a la Tierra, para así trabajar con las grandes fuerzas organizadoras de la naturaleza.
Cada cultura indígena comulga con los animales arquetípicos fundamentales para su propio medio ambiente y cosmología. En nuestra tradición andina invocamos a la Serpiente en la dirección Sur; al Jaguar en el Oeste; al Colibrí en el Norte; y al Águila o Cóndor en el Este.
Estas criaturas son más que símbolos; son energías o espíritus primordiales, cada una con sus poderes propios. La Serpiente es el principio unificador; el Jaguar es la fuerza renovadora; el Colibrí representa la vitalidad; y el Águila, o Cóndor son el principio de la trascendencia. El Cielo es la fuerza creativa y la tierra la fuerza receptiva. Cuando las invocamos, nos cobijamos bajo la sabiduría y el poder que tienen de alinear nuestras vidas correctamente con todos nuestros vínculos. Nos instigan a la sanación de todas nuestras relaciones.
El acuerdo del chamán con el Espíritu es que cuando uno lo llama, el Espíritu responde. De la misma manera, cuando el Espíritu nos llama debemos responder. Así, el chamán nunca trabaja solo. Cumpliendo con su propósito sagrado, el chamán tiene a su disposición extraordinaria asistencia espiritual. Cuando invocamos al Espacio Sagrado, el universo conspira a nuestro favor.