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El “cambio” comprende peligros, pero también contiene el potencial para que algo nuevo —y mejor— nazca.
En la dirección Oeste de la Rueda Medicinal ®, llegamos a un entendimiento del ciclo de destrucción y renacimiento que es parte del orden natural del Universo. Comprendemos a un nivel profundo que ese caos creativo puede conducirnos a mayor armonía y equilibrio.
Una vez que encaramos nuestro miedo, que experimentamos la sensación de pérdida y desesperación en cada hueso de nuestro cuerpo, y que dejamos de negarlo o huir del mismo, el miedo se disipa. Entonces podemos sumergirnos con gran libertad en el caos de la creación, la sopa primordial desde la cual surge una nueva vida. No se trata de meter con cautela un dedo del pie en la piscina: la inmersión total es la única manera de iniciaciarse completamente hacia un nuevo ser y una nueva manera de percibir. Al permitirnos vivir el verdadero terror por lo desconocido, podemos soltar la seguridad de la orilla y zambullirnos en aguas desconocidas, conscientes de los riesgos, pero entusiasmados por las posibilidades.
Muchos de nosotros dudamos de entregarnos totalmente a amar a otro porque tenemos miedo de luego perder a ese ser querido. A mis veintitantos, después de sufrir lo que he llamado la ruptura crónica del corazón, me prometí no volver a involucrarme en una relación íntima de amor y compromiso. El dolor de haber perdido a la persona de quien estaba tan profundamente apegado, era demasiado grande para soportarlo. Y luego, después de un par de años emocionalmente estériles, me dí cuenta de lo inútil que era mi voto. El amor no tiene garantías.
Un día, después de leer un poema de Rumi, decidí enfrentar mi miedo. Rumi dijo a su ser amado: “Porque yo he dejado de existir, solo tú estás aquí” Esto era todo lo contrario de lo que yo había buscado en todas mis relaciones anteriores; mi mantra había sido: “Porque tu has dejado de existir, sólo yo estoy aquí “. Poco a poco empecé a entender, tal como lo entendió Rumi, que en realidad todo amor en el fondo es un anhelo por el Espíritu — por el verdadero Amado — y que mi miedo más profundo no era perder a mi pareja, sino el nunca encontrarme a mí mismo.*
Que encuentres al amor y al Espíritu.
Con mucho amor,
ALBERTO VILLOLDO, Ph.D.