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Cuando somos niños, a muchos nos dicen que para irnos al cielo tenemos que portarnos bien; y que si no lo hacemos, podríamos irnos al infierno. Este concepto europeo de la salvación (o el castigo) no existe en las culturas indígenas.
El chamán entiende que al otro lado de la vida no hay más que vida; que la muerte sólo es un portal que todos debemos atravesar en nuestro camino de regreso a casa. La mitología chamánica nos dice que después de la muerte el cuerpo físico vuelve a la tierra, nuestra sabiduría vuelve a las montañas y nuestra esencia regresa a las estrellas.
Los chamanes aprenden el viaje más allá de la muerte con el Vuelo del Espíritu (similar a lo que se conoce como viaje astral en el Occidente) y la meditación. Creen que es importante aprender el camino a la infinitud ahora, cuando aún tenemos un cuerpo al cual volver. A continuación detallamos un mapa del viaje más allá de la muerte, en el que se describen tres etapas, u oportunidades, en las que podemos conectar con nuestra naturaleza iluminada.
Etapa 1: El cerebro se apaga, se disuelve el campo electromagnético creado por el sistema nervioso central y el campo de energía luminosa (conocido como aura o alma) se desprende del cuerpo. El octavo chakra envuelve a los otros siete y forma una orbe, que pasa a través del eje central del cuerpo luminoso para nuevamente hacerse uno con el Espíritu.
Este encuentro con el Espíritu se ha descrito como el despuntar de un amanecer en una mañana sin nubes; un estado de pureza primordial, inmensa y vasta. Si nos hemos preparado para este momento antes de morir, podremos rendirnos y ser envueltos amorosamente por el mismo.
Etapa 2: Las fuerzas de la naturaleza se manifiestan en su esencia más pura y se fusionan formando bolas de energía. Tenemos una segunda oportunidad de reconocer nuestra naturaleza luminosa; ver que no somos separados de la luz cegadora ni de la energía que nos rodea. Quienes pierden esta oportunidad pueden experimentar brevemente la iluminación como un rayo de luz enceguecedor antes de volver a la inconsciencia.
Etapa 3: Observamos que aún tenemos una forma, que somos un hombre o una mujer, que podemos ser jóvenes, intocados por la enfermedad. Pero el amanecer de la consciencia ha pasado y ahora es la hora del crepúsculo. Los colores ya no son tan agudos ni tan bien definidos, a pesar de que nuestra conciencia está muy agudizada. Ahora se hace mucho más difícil reconocer nuestra naturaleza infinita e iluminada.
Si bien estos mapas son útiles al morir, su mayor importancia es ayudarnos a comprender el misterio de estar vivos. Una vez que entendemos la continuidad de la vida a lo largo de la eternidad, podemos alcanzar la libertad. La muerte deja de acosarnos y descubrimos la parte de nosotros que vive en lo infinito.
Escucha al Dr. Alberto Villoldo en su webinario: “Viaje más allá de la muerte: mapas chamánicos del más allá”. Click aquí.