El Libro de Oro de los Laikas
En mi último libro, el Corazón del Chamán, escribo sobre lo que los sabios Laikas andinos definen como el libro de plata y el libro de oro.
El libro de plata es con el cual todos nacimos y trae la desafiante historia de nuestras vidas.
En este libro, nuestro destino está predestinado, y la historia no es muy creativa -hasta el punto de que no escogeríamos verla si fuera una serie de televisión, o una obra de teatro.
En cambio, el libro de oro trae todas sus páginas en blanco. Podemos tomar nuestro bolígrafo y comenzar a escribir en ellas. Podemos escribir sobre todo aquello que no se nos permitió por derecho de nacimiento
La bondad (cuando sentimos la necesidad de compartir nuestra Luz Primordial), es la mejor manera de acercarse al libro de oro. Antes de escribir en sus páginas, podemos preguntarnos individualmente:
¿Cómo puedo contribuir a la vida?
¿Cómo puedo aportar con belleza y sanación para los demás?
¿Cómo puedo practicar el servicio hacia todos los seres?
La historia del libro de plata nos conduce a un paisaje de prados con vacas pastando. Aún cuando uno se sienta seguro, siempre mira con anhelo hacia una montaña distante, y añora el ponerse a prueba, pero nunca llega a contestar al llamado de su vocación.
Desde esta perspectiva, es muy probable que uno decida jubilarse temprano, se esfuerce para ganar la mayor cantidad de dinero, o tener la casa más grande. Pero, esta vida es como un callejón sin salida.
Mientras tanto, las páginas vacías del libro de oro nos conducen hacia la aventura. Aun cuando no sea lo más fácil de manifestar, la historia contenida en el libro de oro nos lleva a la cima de la montaña sagrada. En esta ocasión, navegamos por ríos furiosos, nos perdemos en el bosque, y recorremos escarpados bordes de rocas.
El chamán cree que cuando uno se convierte en el autor del libro de oro, deja de ser el personaje de un sueño, sujeto a un guión que no escribió.
Cuando nos transformamos en los maestros tejedores de nuestros destinos podemos cambiar cualquier cosa. Entonces, te pregunto: ¿Qué libro eliges?
Bendiciones
Alberto Villoldo, Ph.D.