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En la Conciencia del Colibrí, abordamos la vida desde el nivel del alma. Al igual que ese pequeño pájaro encuentra el valor para emprender su viaje monumental, nosotros podemos tener el coraje para percibir nuestras propias vidas como un viaje de crecimiento y descubrimiento, de maduración espiritual.
No nos preocupamos por los detalles de nuestro vuelo porque confiamos en que, independientemente del tiempo que haga sobre Carolina del Norte o de los pocos puntos de descanso que haya mientras atravesamos el Golfo de México, llegaremos a nuestro destino.
Ni siquiera se supone que el colibrí pueda volar, dada la forma y el peso de su cuerpo. Del mismo modo, algunos de nosotros pensamos que no estamos hechos para elevarnos por los aires; estamos seguros de que estamos diseñados para caminar por el barro o vadear el pantano.
Pero, a pesar de pensar que no tenemos suficiente tiempo, suficiente dinero o suficientes “alas”, cada uno de nosotros tiene un gran viaje a su disposición si decidimos aceptar la invitación de la vida y responder a la llamada.
Puede ser muy difícil dejar de lado nuestras preocupaciones cotidianas y permitir que surja en nuestro interior el coraje del alma. Nuestro hábito es percibir problemas en nuestras vidas y luego pensar y trabajar más duro para resolverlos y crearnos felicidad.
Como me dijo una vez mi mentor chamán: “Alberto, siempre estás reorganizando tus castillos de arena en la orilla de la laguna que es tu vida”. Estaba comparando mi vida con una de las lagunas del Amazonas, que parecen separadas e independientes, pero que en realidad están alimentadas por el poderoso río Amazonas. Y continuó diciendo: “Y entonces hay una oleada de agua desde las cimas de las montañas, el río crece, y se lleva todos tus sueños y planes. Si quieres cambiar tu vida, debes viajar río arriba. Allí podrás desviar el agua fácilmente con la palma de la mano”.
El coraje del colibrí puede darnos el poder de reescribir nuestras historias para que sean de un heroísmo mítico. Ver la vida como un viaje de descubrimiento y crecimiento -y a nosotros mismos como colibríes dispuestos a confiar en que tendremos todo lo que necesitamos en nuestro viaje- para empezar a crear una imagen distinta de quiénes somos y dar un significado a los acontecimientos de nuestra existencia.
En este nivel encontramos el valor para ser tejedores de sueños. Así, la historia de un fracaso puede convertirse en una de renacimiento y descubrimiento; la saga de una pérdida o enfermedad puede ser ahora una de iniciación en la tribu de los supervivientes que pueden guiar sabiamente a otros a través este pasaje.
Incluso cuando estamos sufriendo mucho, podemos acceder al coraje del colibrí y empezar a contar una historia que alivie nuestro dolor y nos recuerde nuestra resiliencia.
¿Estás preparado para crear el mundo que quieres con el coraje del colibrí?
En Munay, Alberto Villoldo