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© 2017 Los Cuatro Caminos
En el Norte, recuperamos nuestra integridad al despertar de la pesadilla que nos expulsó del Jardín del Edén — la metáfora de una herida colectiva que nos aleja del Espíritu y de la Madre Tierra. En esta dirección de la rueda medicinal descubrimos todo lo contrario: no sólo no hemos sido expulsados del paraíso, sino que se nos ha concedido la tierra para que seamos sus guardianes mientras el Espíritu nos sostiene por completo.
Sin embargo, esta sabiduría es sólo una aspiración romántica si no hemos soltado nuestra vieja historia en el Sur y enfrentado nuestras sombras además de honrar a la muerte en el Oeste. Necesitamos ser libres y estar abiertos para reclamar nuestra pertenencia y unidad con la esencia de toda la vida.
En nuestro retorno a ser parte del todo, nuestro aliado es El Colibrí, que encarna la sagacidad del viaje épico. Siendo los pájaros más pequeños del mundo, se sabe que los colibríes son capaces de volar más de 1.200 millas sin parar. Algunas especies de colibríes cruzan todo el Golfo de México con sus diminutas alas para evitar el crudo invierno de Norteamérica y llegar a las flores. Con su ejemplo, este ser excepcional nos inspira a apuntar nuestra brújula en dirección a nuestro jardín sagrado, al mismo tiempo que nos ayuda a trascender todas nuestras excusas.
Los Colibríes no se detienen a pensar “mis alas son demasiado pequeñas” o “no hay flores al otro lado del mar”; simplemente emigran hacia la tierra prometida que está grabada como un legado de sus antepasados. Del mismo modo, El Colibrí nos invita a ir más allá de “mis hijos son demasiado pequeños”, “mi trabajo no me lo permite”, “mi marido me necesita en casa”, “necesito más dinero” o cualquier otro pretexto. Nos anima a embarcarnos en la búsqueda de la plenitud.
En la tradición chamánica, la separación del Espíritu y de su manifestación como Madre Tierra se siente como una amnesia colectiva de la que debemos despertar para recordar nuestro origen, el propósito de nuestra vida y de nuestro destino. Al mismo tiempo, los chamanes reconocen la necesidad individual de “recordar” los aspectos de nosotros mismos que fueron cortados por el miedo o el trauma. Mientras que los psicólogos hablan de “disociación”, los chamanes hablan de “pérdida del alma”, que es cuando un aspecto de nuestra psique singular se fragmenta debido a un dolor o una angustia intolerables. Cuando estos sentimientos perduran en el tiempo, el alma fragmentada se retira a una caverna o espacio uterino en el interior de la Madre Tierra o mundo inferior, para permanecer sin daño.
En esta dirección, aprendemos a navegar por las profundidades del inconsciente para encontrar nuestro jardín interior personal que envuelve el espacio seguro hacia el cual se ha retirado nuestra alma fragmentada. Una vez más, el Colibrí es nuestro aliado, guiándonos para permanecer en la ruta de la vida y no desviarnos hacia los caminos fantasmales y las trampas del mundo inferior colectivo. Este pajarito está programado con el mejor instinto para encontrar el dulce néctar de las flores; de ahí que nos mantiene centrados en nuestra misión de recuperar nuestro fragmento vital del alma.
Muchas tradiciones religiosas occidentales se dirigen fervientemente a los cielos en busca de la salvación, mientras esperan ansiosamente enterrar cualquier “terror” y la muerte en el Mundo de Abajo. Este enfoque es exactamente el opuesto al de los chamanes, que se sumergen valientemente en estas tierras, sabiendo que los ricos tesoros se encuentran a salvo exactamente donde la gente tiene más miedo de ir: entre los muertos, los desquiciados y los fantasmas hambrientos. Es aquí donde están seguros de encontrar las numerosas semillas de nuestro potencial.
Cuando recuperamos nuestra alma perdida, obtenemos sentimientos de vitalidad y entusiasmo. Nuestro yo recuperado nos devuelve la pasión perdida hace tiempo y nos infunde con un nuevo sentido de propósito y pertenencia. Una vez más, estamos conectados al ciclo de la vida, listos para arar la tierra y sembrar semillas para nuestro destino.
Bendiciones,
Marcela Lobos
Directora Escuela Los Cuatro Caminos